viernes, enero 26, 2007

DISCURSO SOBRE LA SERVIDUMBRE VOLUNTARIA





N. de R. El verano... el calor... las vacaciones... todos los medios de comunicación del capital machacan con lo mismo, mostrando panoramas para visitar dentro y fuera de chile, invitando a "olvidarse" por unos días de las obligaciones cotidianas y escaparse a un merecido descanso. Un montón de trillados lugares comunes que prometen sólo sucedáneos de felicidad, y sin que se nos vaya a ocurrir descansar sin consumir alguna despreciable mercancía, viajando con el teléfono celular o el computador portátil (en el caso de los asalariados de más altos ingresos) para que los esclavos modernos no vayan a desconectarse y olvidar los beneficios del mundo actual. Así que un paquete de vacaciones por aquí o un viajecito por allá, para los más afortunados, o algún panorama especialmente diseñado para los de peores ingresos, los proletarios con varios hijos y escaso salario. Y el Estado y el Capital organizan festivales de teatro (incluso callejero y popular!!), actividades culturales variadas, festivales de cine, del libro, llegando incluso a regalarnos gratuitamente un poco de arte, por obra y gracia de alguna compañía de artistas progres y alternativos, integrada a los círculos del poder. Y la idea es que los esclavos asalariados renueven sus energías y sigan trabajando el resto del año luego de "descansar" un par de semanas a lo sumo, para así seguir generando ganancias a los capitalistas y aceitando la máquina de la producción y el consumo, la valorización de los capitales, que no descansa ni en vacaciones, ya que hoy el sistema se asegura que en ningún momento dejemos de consumir... Así que adelante con el antiguo Pan y Circo, pero con el pan cada vez más escaso y el circo (de una mediocre calidad) de mal en peor. La cosa es que no se nos vaya a ocurrir pensar por nosotros mismos, no vayamos a alegrarnos con sólo caminar con los pies descalzos por la arena, olvidándonos del maldito calendario, no vayamos a darnos cuenta de que trabajar para enriquecer a algún burgués no tiene ningún sentido para nuestra propia vida, no vayan a desear los más marginales del sistema los bienes y mercancías que atestan las tiendas y rebosan en las vitrinas, y están al alcance de la mano o de una piedra... Llenemos las calles con obras de teatro, con fiestas electrónicas, con música imbécil producida en serie, con películas gratuitas al aire libre o con cualquier otra mercancía, tan innecesaria como las miles de falsas necesidades actuales que nos vende la publicidad, sin preocuparnos por satisfacer nuestras verdaderas necesidades humanas, las que sólo podremos imponer a través de la destrucción de todo lo existente.
El texto que reproducimos a continuación es un fragmento del sorprendente "Discurso sobre la servidumbre voluntaria", de Esteban de La Boétie, escrito en... 1548. No, no es una mercancía fresca y actual. Pero sabemos que los compañeros que leen nuestro blog no andan buscando baratijas.




Sobre la servidumbre voluntaria (extracto)

La Boétie

Mas, volviendo al asunto de que inadvertidamente me había separado, digo que la causa principal de constituirse los hombres voluntariamente esclavos, consiste en que nacen siervos y son educados como tales; y de ahí se origina otra consecuencia, a saber: que los hombres fácilmente se vuelven, bajo los tiranos, afeminados y débiles; cuya verdad garantiza Hipócrates en su obra titulada: De las enfermedades. Este padre de la medicina tenía un corazón bien formado, y así lo manifestó a Artajerjes que le envió llamar con ofertas y presentes, contestándole francamente con las siguientes palabras: "Que su conciencia permitía hacer uso de su ciencia para curar a unos bárbaros que querían hacer perecer a los griegos y servir a quien pretendía avasallar a su patria". Esta respuesta se halla aún hoy día en sus obras, y es un documento que eterniza la bondad de su corazón y la grandeza de su índole. Ha pasado ya a ser un axioma que a la pérdida de la Libertad es consiguiente la del valor , y que el vasallo no conoce ni la alegría ni la serenidad en los combates. Precisados a marchar como atados frente al peligro, caminan como aturdidos, torpes y violentados; en su corazón no arde aquel fuego que enciende el amor a la Libertad; aquel entusiasmo que hace despreciar los riesgos y dan ganas de acceder al honor y la gloria con una bella muerte entre los compañeros. Los hombres libres se disputan la preferencia en pelear por el bien general, porque en él hallan vinculado el interés particular: todos quieren tener su parte, en la derrota como en la victoria. En cambio, los esclavos desconocen el valor guerrero; no tienen energía y su corazón pusilánime no es capaz de abrazar grandes empresas. Harto conocido es esto por los tiranos, quienes, prevaliéndose de la debilidad y abatimiento de sus súbditos, no perdonan ningún medio para acobardarlos y envilecerlos.
Jenofonte, historiador circunspecto y que ocupa el primer lugar entre los griegos, compuso un tratado en el cual introduce a Simónides hablando con Hierón, rey de Siracusa, sobre las miserias del tirano; obra llena de útiles y sólidas demostraciones y en la que sobresale cierta gracia particular. ¡Ojalá que los tiranos de todos los siglos la hubieran tenido presente y se la hubieran puesto ante los ojos como con un espejo! en la fealdad de sus pecas, hubieran reconocido el oprobio de su conducta. En este tratado describe Jenofonte los remordimientos que devoran a los tiranos que al perjudicar a todos; a todos deben temer. Entre otras cosas refiere que los reyes malos se valen comúnmente de tropas extranjeras y mercenarias, porque no se atreven a poner las armas en manos de aquellos a quienes han injuriado. (No han faltado empero, buenos reyes, que en ciertos casos se han valido de extranjeros asalariados para economizar la sangre de sus súbditos, afianzados en la máxima de que debe prodigarse el dinero con tal de conservar la vida de sus gobernados. Escipión el africano prefería salvar la vida a un solo ciudadano a derrotar cien enemigos). Más el tirano no cree asegurado su trono mientras tenga un solo súbdito de cuyas virtudes y valor pueda recelar. Y así con razón se le puede aplicar lo que Traso en Terencio echa en cara al conductor de los elefantes: "Por eso, tan valiente como fueras, te encargan el criado de las fieras".
A este maquiavélico recurso de embrutecer a sus súbditos apeló también Ciro contra los lidios, cuando se apoderó de Sardes su capital, rindió a Creso, su rico rey, y se lo llevó cautivo. Dijéronle un día que los sardenses se habían sublevado. Pronto quedaron sujetos, bajo su mano. Pero no queriendo recurrir al saqueo de tan bella ciudad, ni al mantenimiento de una guarnición numerosa; por medios menos violentos y más seguros consiguió esclavizarles. Estableció burdeles, abrió tabernas, ordenó juegos públicos y destinó premios a cuantos inventasen deleites nuevos. Estas medidas llenaron de tal manera las miras del tirano, que no tuvo ya necesidad de desenvainar otra vez la espada contra los lidios, quienes en muy poco tiempo se divirtieron inventando toda clase de juegos, hasta el punto que de la palabra Lidi sacaron Ludí los latinos, que equivale entre nosotros a la palabra pasatiempo, para recordar a la posteridad la antigua capital de los lidios. cierto que no todos los tiranos han declarado tan explícitamente como Ciro sus deseos de afeminar y pervertir a sus vasallos; pero también lo es que casi todos han recurrido siempre a tan maquiavélica táctica aunque no lo hayan declarada expresamente. En verdad, que esto es conocer el carácter del populacho, y por desgracia la clase más numerosa fácilmente sospecha de los que le aman, al paso que se entrega con la mayor sencillez al que le engaña. No es tan fácil el pájaro en dejarse coger por el reclamo, ni el pez en caer al anzuelo como lo es el pueblo en dejarse seducir; maravilla ver cuán pronto se dejan ir al menor halago que se les dispense. Teatros, juegos, farsas, espectáculos, gladiadores, animales extraños, medallas, cuadros, etc, fueron para los pueblos antiguos los incentivos de la esclavitud, el precio de su libertad, los instrumentos de la tiranía. Alucinados los pueblos, cebados en pasatiempos frívolos y hechizados por vanos placeres, se acostumbraron paulatinamente a ser esclavos con mas facilidad pero peor, como los niños que aprenden a leer por el atractivo de las estampas que contiene el libro. Los tiranos de Roma apelaron también a otro recurso, cual fué multiplicar las decurias públicas, donde se entregaban a los excesos de la gula: el romano más prevenido no hubiera dejado su taza de sopa a cambio de la libertad de la república de Platón. En las frecuentes distribuciones de trigo, de vino y hasta de dinero, contestaba el pueblo con descompasados gritos de ¡Viva el Rey! ¡Imbéciles! No se daban cuenta de que con aquella falsa generosidad no hacían más que recobrar una mínima parte de lo suyo y que el tirano no se lo hubiera podido dar si antes no se lo hubiera usurpado. Hombre había que recibiendo hoy un sestercio y hartándose en los festines públicos hasta más no poder, bendecía la generosidad de Tiberio y Nerón sin reparar que al día siguiente se vería en la dura precisión de abandonar sus bienes, sus hijas y hasta su propia sangre a la avaricia, a la lujuria y a la crueldad de aquellos soberbios emperadores, cuyos atentados sufría sin prorrumpir en la menor queja. El populacho siempre es el mismo: se entrega con pasión a los placeres que no puede disfrutar sin comprometer la dignidad de su ser, y es insensible al daño y al dolor que no puede soportar sin envilecerse. ¡Quién no se estremece todavía al oir el nombre de Nerón, monstruo feroz que se complacía en derramar la sangre de los hombres! Con todo, después de su muerte, tan abominable como su vida, el noble pueblo romano tuvo tal disgusto al acordarse de las fiestas y banquetes que perdía, que nada le hubiera costado vestirse de luto en prueba de su dolor. Así lo ha escrito Cornelio Tácito, autor grave y fidedigno si los hay; mas nada debe extrafiarse de un pueblo que practicó otro tanto en honor de Julio César, cuyo mérito tan solo consistía en una humanidad calculada y egoísta, bajo cuya sombra invadió las leyes y la libertad. Y en verdad que su venenosa dulzura fue más perjudicial y terrible para el pueblo romano que no lo hubiera sido la crueldad del mayor de los tiranos, porque con ella ocultó la amargura de la esclavitud. Mas a este pueblo le parecía gustar aún de sus banquetes y gozar de sus prodigalidades; así que se apresuraron a recoger sus cenizas y a levantarle una columna como padre de la Patria (así lo decía la inscripción); dispensándole los honores que a ningún hombre habría dado salvo a sus asesinos.
Tampoco olvidaron los emperadores romanos el apropiarse del título de Tribuno del pueblo, ya porque este cargo era mirado como santo y sagrado, ya porque se habla establecido en defensa y protección del pueblo; por este medio se aseguraban la confianza de los romanos, como si bastara con oir el nombre sin percibir los efectos.
No son menos perjudiciales hoy en día los que cometen toda clase de daños a la sombra de las frases lisonjeras de bien común y felicidad pública, halagando con ello al pueblo. A esto se llamarla engañar con finura, si pudiera haberla en donde domina el descaro. Los reyes asirios y medos raras veces se presentaban en público, formándose la idea de que no siendo vistos del populacho, llegaría éste a tenerlos por algo más de lo que eran; ocupando de este modo la imaginación del vulgo, que creía tanto más en cuanto la vista. no podía enjuiciar. Y así es como tantas naciones que estuvieron bajo el dominio de los reyes de Asiria, se acostumbraron con este misterio a una servidumbre voluntaria, al no saber qué dueño tenían y averiguando difícilmente si realmente lo tenían; venerando todos con respeto sagrado a un soberano que nadie había visto. Los primeros reyes de Egipto no se presentaban jamás en público sin llevar un ramo o una luz en la cabeza, enmascarándose así y haciendo el payaso, y con la rareza de la cosa excitaban el respeto y la veneración de sus vasallos; ya que unas gentes menos ignorantes y serviles, no hubieran dejado de mirarlo como un pasatiempo digno tan solo de provocar la risa. Causa compasión, en verdad , oir hablar de cuantos arbitrios y ridiculeces se valieron los tiranos para consolidar su tiranía; valiéndose de tantos pequeños medios, sabiendo que trataban con unos pueblos tan ignorantes y estúpidos que, por mal que se les tendiera el cebo, caían en él, siendo más fácilmente engañado y sujetado cuanto más se burlaban de él.

EDICIONES POR LA ACCION DIRECTA






(N. de R : Reproducimos íntegramente el primer número de esta publicación, que nos llegó por correo electrónico)



EDITORIAL

Las acciones directas que acontecieron este año en la marcha fúnebre que recuerda el 11 de Septiembre de 1973 en Chile, hicieron reemerger las figuras de esos Héroes del Infierno que el capitalismo a través de todas sus armas creía haber hecho olvidar y sepultar. Para su disgusto, los muertos que revivieron no lo hicieron como objeto de adulación pasiva y nostálgica, no revivieron en un minuto de silencio y reflexión ciudadana, sino que reaparecieron como vivieron: en la calle, combatiendo a la burguesía y sus guardias blancas, los partidos y el Estado. Los Di Giovanni, los Roscigna, los Ravachol, los Bonnot y los Ramón Ramón estamparon su furia contra las vitrinas del centro de Santiago y los aparatos policiales (del Estado y de la Izquierda).
Es por ello que los burgueses están aterrados y se han unido entre si, como lo han hecho siempre en tiempos difíciles contra los revolucionarios. Sean llamados de Derecha, Izquierda o de Centro, no pueden los siervos del Partido del Orden hacer más que condenar y combatir los brotes de sana violencia proletaria, ocultando siempre sus propios crímenes infinitamente más nocivos.
En este folletín el lector encontrará referencias sobre aquellos que no esperaron el “despertar de las mayorías” ni hicieron lo políticamente correcto para el momento preciso.
La primera sección contiene una entrevista con el historiador Mike Davis presentando el libro “Los Héroes del Infierno: Una Historia del Terrorismo Revolucionario”, en donde habla sobre la importancia de la propaganda por el hecho para el movimiento obrero de fines del siglo XIX hasta la tercera década del siglo recién pasado.
La segunda sección contiene la declaración de defensa expuesta por Ravachol frente a sus verdugos. Tiene de interesante el hecho de que pone en evidencia la violencia intrínseca de la sociedad de clases moderna y expone algunas diferencias entre el uso que hace el poder de la fuerza y el necesario y hermoso uso que le dan los oprimidos a la acción directa.
Si pensáramos que estos papeles se mantendrán vegetando en alguna biblioteca particular o página web, que no servirán para nada más que ser contemplados, no habríamos hecho esta modesta compilación. Así, los lectores que encuentren sentido a las palabras impresas en estas hojas deberán dar a conocer su contenido a otros compañeros citando o no la fuente y en ningún caso incurriendo en cobros usureros.


¡LA SOCIEDAD DE CLASES ES EL SABOTAJE DE LA VIDA, SABOTEEMOS LA SOCIEDAD DE CLASES!
¡QUE LA MEMORIA HISTÓRICA SEPULTE A QUIENES CONDENAN LA VIOLENCIA REVOLUCIONARIA!





EDICIONES POR LA ACCIÓN DIRECTA





Los Héroes del Infierno: una historia del terrorismo revolucionario
Conversaciones de Mike Davis con Jon Wiener
Jon Wiener: He oído de fuentes oficiosas que usted trabaja sobre un libro sobre el terrorismo.
Mike Davis: Mi trabajo actualmente trata sobre una historia popular de Los Angeles en los años sesenta ["Setting the Night on Fire" - "Incendiar la noche"]. Pero también he estado ocupado sobre un proyecto extracurricular titulado, a partir de un poema en Mother Earth, "Los Héroes del Infierno". Intenta ser una historia mundial del terrorismo revolucionario desde 1878 hasta 1932.
¿Por qué escogió estas fechas específicas como límites?
Mil ochocientos setenta y ocho fue el inicio de la era "clásica" del terrorismo: el medio siglo durante el cual el imaginario burgués fue atormentado por la infame figura del nihilista lanza-bomba o del anarquista. Comenzando en 1878, de hecho, bakuninistas de varias nacionalidades y sus primos, los Narodniki rusos, eligieron el asesinato como una potente, y casi última arma en la lucha contra la autocracia. El calendario de aquel año es extraordinario. En enero, Vera Zasulich hiere al General Trepov, el sádico carcelero de Narodniki. En abril, Alexander Solovev hace su tentativa contra el zar, el principio de la animosa caza al rey que culminará en el asesinato del Alexander II por la Voluntad del Pueblo en 1881. En mayo y junio, hay sucesivos ataques sobre el anciano kaiser en Berlín por los anarquistas Holding y Nobiling, que dieron a Bismarck su largamente ansiado pretexto para reprimir a los socialdemócratas alemanes completamente inocentes en eso. En el otoño, mientras tanto, Moncasi trata de matar a Alfonso XII de España, y Giovanni Passanante, ocultando una daga en una bandera roja, acuchilla al rey de Italia. El año termina con una encíclica histérica del papa León XIII sobre "la pestilencia mortal del Comunismo."El debut del terrorismo moderno, debería acentuar, siguió a las derrotadas esperanzas de levantamientos populares en Rusia, Andalucía, y el Mezzogiorno. [Los bakuninistas italianos brevemente establecieron focos guerrilleros tipo Ché en las montañas Matese por encima de Nápoles durante unas semanas en 1877.] El terrorismo, en otras palabras, era una respuesta al doble fracaso del anticuado Blanquismo urbano y del Garibaldeanismo rural. Hay un obvio paralelismo con la contemporánea experiencia de la Hermandad Revolucionaria Irlandesa: después de la traición y la supresión de la gran conspiración Feniana, una dirigencia secreta pasó de la insurrección al asesinato individual así como la primera campaña de la dinamita contra ciudades inglesas.
¿Y 1932 como final?
Mil novecientos treinta y dos fue la última de una serie de desesperadas tentativas pero fracasadas por parte de anarquistas italianos, los descendientes directos de Passanante, de asesinar a Mussolini. El fascismo y el estalinismo tienen éxito -donde los regímenes anteriores fallaron- en llevar al anarquismo, y en Rusia, al poderoso movimiento social revolucionario, al borde de la extinción. El clásico attentat [tentativa de asesinato] queda impotente ante el moderno estado totalitario, aunque los miembros de la FAI española persistan a lo largo de los años 1950 en ayudar a encenderse de nuevo "la propaganda del hecho" con nuevo resplandor en los años 1960. Pero es historia para otro volumen.
¿Qué le pone sobre la pista de Malatesta, Ravachol, y Durruti? ¿Es esto una respuesta política e intelectual al 11-S?
Sólo después del hecho. La verdadera ocasión de este proyecto fue tras leer Histoire de l'internationale communiste (1997) de Pierre Broué. Como Victor Serge e Isaac Deutscher, Broue escribe en el casi extinto idioma de la oposición de izquierda. Su historia es apasionada -de vez en cuando casi insoportablemente conmovedora parecida a la tragedia Shakesperiana de la generación revolucionaria diezmada por Stalin y Hitler. Él rescata la memoria -el coraje y el esplendor moral- de cientos de hombres y mujeres extraordinarias.Broue me inspiró para buscar un grupo incluso más pasado de moda y políticamente incorrecto: los ángeles de la venganza que acecharon a reyes y barones ladrones con la bomba o la daga en la mano. Tienden a ser los parias de la izquierda, incluso del anarquismo "respetable", así como los demonios de la derecha. Quiero entender la arquitectura moral de su universo así como las repercusiones de sus actos. Al hacerlo así, desde luego, inevitablemente ahora estoy de lleno en la periferia de los debates sobre aquella siniestra categoría: Terrorismo.
¿Espera usted revisar la historiografía anterior o esto parte de nuevas bases?
Por suerte, tengo gigantescos apoyos en los que basarme. La inclusión del anarquismo en sus denominaciones violentas - ha tenido historiadores nacionales magníficos: Jean Maitron (Francia), Paul Avrich (Estados Unidos), y Osvaldo Bayer (Argentina). Su trabajo debería ser familiar a todos los historiadores radicales, aunque la Historia del Movimiento Anarquista en Francia de Maitron y la Rebelión en la Patagonia de Bayer, así como el libro Comintern de Broue, de forma inexplicable no tienen traducciones inglesas.
Hay que ser sumamente modesto en vista de tales logros. Por otra parte, no hay aún ninguna cuenta sinóptica que tenga alcance mundial del terrorismo anarquista y social revolucionario. Los actores claves eran internacionalistas fervientes que a veces reclaman el esperanto como su lengua materna! - que se concebían como comprometidos en el combate común contra el capital y el estado. Un lema popular, atribuido a un ruso que se hizo explotar en Bois de Vincennes en París, fue "tomar venganza sobre la burguesía en cualquier parte donde estén!" Los anarco-terroristas chinos y japoneses, por ejemplo, fueron inspirados directamente por los héroes rusos, mientras que los veteranos de la clandestinidad europea terminaron por poner bombas o haciendo atracos en el Nuevo Mundo. Anarquistas americanos, por su parte, cruzaron el Atlántico para vengarse en los déspotas del Viejo Mundo. Mi proyecto es una revisión de cuentas global, en los límites de Chicago a Cantón, Letonia a la Patagonia...
¿Cuál es es el sitio histórico específico "del terrorismo clásico"?
En una palabra, el Mur des Federes. Esto es el infame muro en el cementerio Père Lachaise contra el cual los últimos Communards fueron ejecutados. Como Eugène Pottier, el autor de la Internationale, pone en un poema contemporáneo: "Su historia, la burguesía, está escrita sobre esta pared. No es un texto difícil de descifrar". La matanza de Thiers de 30.000 obreros y bohemios Parisienses, con la aprobación casi universal de opinión de la clase media, fue la línea divisoria moral en la historia europea del trabajo. Como Mayer acentúa, fue esencialmente una matanza colonial en la metrópoli. Junto con otras atrocidades subsecuentes - como las ejecuciones de masas en Rusia, el asesinato de internacionalistas en Cádiz en 1873, la violenta supresión de la ola de huelgas de 1877, y los ahorcamientos de Haymarket - esto convenció a muchos revolucionarios de que el terror tenía que combatirse con el terror. Si la victoria parecía imposible, mejor entonces, venganza.Si la escalada de violencia de clase por líderes republicanos así como absolutistas fue la condición necesaria para este nuevo terrorismo, el desahogo causal, como mencioné antes, proporcionado por la frustración de las esperanzas de los bakuninistas y Narodnik de levantamientos a gran escala en los campos mediterráneos y rusos. En la generación que va desde la muerte de la Comuna al primer Primero de mayo internacional en 1890, los revolucionarios fueron vejados por la inmadurez de las condiciones sociales para sostener una lucha de clases a gran escala. El artesanado europeo estaba en su agonía final del Pale a Sicilia, aún el proletariado moderno industrial, excepto en Inglaterra, no había nacido totalmente. Las huelgas por lo general eran aplastadas o llevaban a pequeños cataclismos violentos representados por Emile Zola en Germinal. Los beneficios del sufragio, mientras tanto, fácilmente fueron anulados por leyes antisocialistas o confiscados por la corrupción como en España y los Estados Unidos. En este contexto, la estrategia social democrática de Marx y el consejo de Engels de paciente organización y lenta acumulación de fuerzas parecía desesperante lento, sobre todo para los artesanos jóvenes forzados a escoger entre el hambre, la emigración, o el crimen.
¿El terrorismo, entonces, era una patología de transición estructural, de modernización retrasada?
Es tentador simplificar asuntos y decir que el anarco-terrorismo del período de 1880-1900 fue el baile de fantasmas del artesanado europeo, con Ravachol como Wovoka o el Mahdi. Seguramente esto ha sido un acercamiento tradicional al entendimiento del popular, episódicamente violento, del anarquismo de Andalucía, como Temma Kaplan demostraba en un importante estudio revisionista, la interpretación milenaria se derrumba ante el cuidadoso escrutinio o, al menos, cede a un modelo más racional.Asimismo intentos tradicionales de retratar a los anarquistas como criminales locos o el meglomaníacos - hambrientos de publicidad comenzando por el criminólogo italiano Lombroso en los años 1890 - son refutadas por los carácteres moderados, ejemplares de tales figuras como Bresci [el asesino de Rey Umberto] o Durruti [cuyas hazañas tipo Robin Hood desafían la credulidad]. Incluso Czolgoscz, el asesino de McKinley( presidente de los estados unidos), que siempre fue retratado como un loco por los historiadores, era bastante cuerdo, así como extraordinariamente modesto y solemne en el porte. Como James Clarke ha mostrado, Czolgoscz buscaba la venganza por la matanza varios años antes de diecinueve [algunas cuentas dicen veintiuno] mineros eslavos en Latimer, Pensylvania. [Cuándo uno de los pocos heridos pidió agua, las autoridades contestaron, "te daremos el infierno, no agua, escoria!"]Si el acercamiento criminologico en el estudio de anarquismo está en bancarrota, esto no significa que no hubiera concurrencia significativa entre el terrorismo y el tardío submundo victoriano. Pero los violentos anarquistas de los años 1880 y principios de los años 1890 representan menos una criminalización del movimiento obrero que una politización sin precedentes de los estratos criminales del proletariado urbano. [Hay semejanzas interesantes en la orientación de las Panteras Negras al proletariado urbano a finales de los años 1960.] En Montmartre después de 1871 y Belleville, como Maitron y otros han mostrado, había una continua relación fascinante entre el anarquismo, la bohemia, la subcultura proletaria, y la criminalidad. En los años 1890, una de las canciones más populares en los cabaretes era "La Ravachol": ¡"La Señora dinamita, que baila tan rápido, nos deja bailar y cantar ... y dinamita!"Esto era una articulación muy diferente de posición de clase y política que el lumpen Parisino al que Marx denunció como tropas de choque del Bonapartismo en 1848-50. El attentat-en todo el sentido en el que fue usado por Père Peinard y la prensa clandestina del período marcado tanto por actos de venganza revolucionaria contra el opresor de clase como por las expropiaciones rutinarias que permitieron a Ravachol, digamos, llevar trajes nuevos o comprar libros. Sl parecer una economía moral común apoyada por una minoría significativa de la clase obrera Parisiense justificaba tanto asesinato como el robo por razones de clase.
¿Pero puede usted generalizar sobre este caso Parisino?
No, aunque tiene fascinantes contrapartidas en Berlín, Barcelona, y Buenos Aires, sobre todo en los años 1920. Mi investigación está estructurada alrededor de una tipología y periodización provisional. En mi lectura, el terrorismo revolucionario es en gran parte vengativo, aunque a veces mesiánico. Es útil distinguir cuatro tipos de violencia revolucionaria elitista. El terrorismo moral simbólico típicamente era realizado por lobos solitarios [individual], como Ravachol o Bresci, con el apoyo de unos amigos; o por células autónomas [groupuscules o grupitos] con nunca más de unos cuantos miembros. Por esta escala no había ninguna capacidad para sostener campañas por mucho tiempo, entonces típicamente la secuencia terrorista implicaba un acto de venganza, la ejecución del vengador, la entonces remota venganza de su muerte. A veces se repitió este ciclo.Así en París en 1892, Ravachol venga a los trabajadores masacrados en Fourmies con una serie de los bombas a acusadores y jueces. Después de que él es ejecutado, Meunier explota el Restaurante Very, Leautheir apuñala al primer burgués que encuentra en la calle - resulta ser ministro serbio - y Valliant bombardea la cámara del parlamento. Cuando Valliant es guillotinado, es vengado por Henry que explota el Café Término y una comisaría. La detención de Henry enfurece al crítico de arte Feneon, que planta una bomba en el chic Café Foyot, que irónicamente sólo hiere al anarquista Tailhade, que sin embargo aprueba el ataque. Finalmente Caserio, reclamando justicia para Vaillant y Henry, apuñala de muerte al presidente de Francia, Sadi Carnot.Un ciclo similar de venganza comenzando como una respuesta a la represión del levantamiento Jerez en 1892 - ocurrió simultáneamente en Barcelona. Ambos llevaron a juicios de masas de simpatizantes anarquistas, incluyendo a escritores, redactores, y llevando a una legislación represiva. En Barcelona, los demandados fueron encarcelados en la infame fortaleza de Montjuich y horrorosamente torturados. Esto, desde luego, sólo puso más leña al fuego para un círculo vicioso casi infinito de violencia en España que, en algún sentido remoto pero verdadero, es seguido hoy por ETA [Euskadi ta Askatasuna]. Es clave recordar, sin embargo, que atrocidades estatales, que más recientemente incluye una campaña de "batallones de la muerte" contra militantes vascos por el antiguo régimen de Gonzalez en Madrid, dan el oxígeno sin el cual el terrorismo no puede seguir por mucho tiempo.
Esto también suena a Cisjordania.
Hay seguramente semejanzas del lado de oferta y demanda. De verdad, a partir de los años 1890, cada crimen de la clase dirigente parece convocar a un "héroe del infierno" para vengar a huelguistas muertos o revolucionarios ejecutados. El lema implacable de los anarquistas rusos era "smert za smert," muerte por muerte. Así Frick fue disparado por Homestead; Canovas del Castillo, el primer ministro español, asesinado en venganza tanto por los anarquistas muertos como por el ejecutado patriota filipino Rizal; el Rey Umberto fue asesinado por las mujeres y niños matados por sus tropas durante los disturbios del pan 1898; McKinley fue asesinado por lo de Latimer; el príncipe de Gales fue disparado en Bruselas en 1900 - una respuesta anarquista a las muertes de los miles de mujeres y niños Boer; de la misma manera el Rey Leopoldo fue disparado en 1902 por sus atrocidades en el Congo; el ex-gobernador de Idaho Stuenenberg fue dinamitado por los ultrajes de Coeur d'Elene; un anarquista español liquidó al General Renard que masacró a 2.500 mineros del nitrato chilenos en 1907; el coronel Falcón, que mató manifestantes del Primero de mayo en Buenos Aires en 1909, fue puntualmente dado una despedida anarquista - igual que, trece años más tarde, el General Varela, el carnicero de la Patagonia; cuatro anarquistas de Nueva York volaron con la bomba que ellos querían usar contra Rockefeller por la matanza de Ludlow; el Conde Sturgkh fue tiroteado en Viena [por el hijo de un importante socialista] como una protesta pacifista; IWWs australiano combatieron el alistamiento con incendios intencionados, mientras que los Galleanisti en los Estados Unidos usaron cartas bomba; en 1920 Wall Street fue bombardeado por los raids de Palmer; Petlura, el carnicero de judíos ucranianos, cayó ante las balas anarquistas en París en 1926; y un año más tarde, el Banco de Boston en Buenos Aires fue volado en represalia por la electrocución de Sacco y Vanzetti.Esto es sólo una lista parcial. Los anarquistas también mataron a la emperatriz de Austria, varios primeros ministros españoles más, e hicieron innumerables tentativas sobre otros monarcas, incluyendo al sha persa y el mikado japonés. En el Imperio ruso, la espiral del "ojo por ojo" se hizo casi incontable. Si decenas de miles de insurrectos fueron reducidas por los sables cosacos o muertos en el patíbulo, también varios miles de funcionarios zaristas, desde humildes policías a grandes duques, fueron tiroteados, apuñalados, o volados en aproximadamente 20.000 actos terroristas separados entre 1902 y 1917. El terrorismo anarquista europeo y americano era una obra de arte; el terrorismo ruso social - revolucionario era fabricación en serie. Pero por esta razón esto claramente constituye un tipo separado.
Por favor explíquese.
El terrorismo estratégico en Rusia, que también fue emulado por los anarquistas chinos en 1907-12, buscaba mutilar el estado autocrático: o forzar reformas liberales desde arriba (el objetivo de Narodnaya Volya en 1879-82) o abrir una brecha que pudiera ser ampliada por los campesinos y trabajadores revolucionarios [el objetivo del SRS y sus grupos disidentes, así como varias formaciones polacas, letonas, y armenias revolucionarias, en 1902-1908]. La justicia simbólica era una dimensión integral, pero el verdadero objetivo era la decimación sistemática de la infraestructura humana del despotismo. Aunque la lucha fuera realizada por pequeñas células, los lazos con los partidos realmente de masas dieron al terrorismo ruso una resistencia formidable que lo distinguió de los attentats casuales y episódicos de los anarquistas europeos y americanos. De otra parte, como los socialdemócratas constantemente indicaban, la organización de combate del SR fue el perro que se mordía la cola. El terrorismo se volvió un fin en sí mismo: una verdadera "teodicea de la violencia", en palabras de un historiador.
¿Cuáles eran los otros dos tipos de terrorismo clásico?
El terrorismo expropiador consistió en dos subespecies. Por un lado, había bandas famosas de anarco-proscritos como Jacob los "Trabajadores de la Noche" y la Banda de Bonnot, que incluyó a un joven Victor Serge, en París, y los desperados de Severino Di de Giovanni en Buenos Aires. Ellos prosperaron tanto de la notoriedad como del botín y con timidez "actuaban" ante la mirada fija de la prensa popular. La banda de Bonnot añadía a su fama el empleo del muy moderno coche en sus atracos. Ellos preferían morir jóvenes en un resplandor heroico de fuego que terminar en Cayena [la Isla del Diablo], el infierno verde que devoró generaciones de anarquistas franceses. De la misma manera el galán Severino, el original "hombre de negro" quien a veces era comparado con el ídolo de cine mudo Valentino - emocionaba a los argentinos con su insouciance ante un pelotón de fusilamiento en 1931. [El famoso actor José Gómez, según Bayer, se había ganado la admisión a la última escena de Severino al golpear las puertas de la prisión y exigir: "Abran en nombre del Arte!"]Más anónimo, aunque no menos legendario, fueron los grupos que robaron bancos por parte de sus partidos o sindicatos de izquierda. El ejemplo más famoso fue la célula mixta de SRs letones, anarquistas, y bolcheviques - bajo el mando del misterioso "Pedro el Pintor" - quien cometió el Ultraje de Tottenham en 1909, los Asesinatos de Houndsditch en 1910, y luego arruinó con sus Mausers a Winston Churchill y las guardias escocesas durante el Sitio de Sidney Street en 1911. Pero hubo otros casos notables: SRs y anarquistas rusos realmente hicieron trabajos por toda Europa, y Durruti y Ascaso fueron los Butch Cassidy y Sundance Kid del anarquismo español según se abrieron camino a través de Cuba, México y Argentina a principios de los años 1920.El terrorismo defensivo surgió en condiciones de guerra semicivil, cuando los patrones y el estado se implicaron en el asesinato sistemático de líderes radicales o sindicales manteniendo una fachada de democracia electoral. Esto fue la situación en Barcelona a partir de 1917 hasta 1921 y en partes de Alemania durante 1919-23. Así Durruti contestó a los pistoleros de los patrones catalanes, los hermanos Ascaso, y otros intrépidos cenetistas justicieros [de la Confederación Nacional del Trabajo]; mientras en Sajonia, Max Hoelz lideró una famosa banda de luchadores anarco-comunistas - el Ejército Rojo de Vogtland - los cuáles robaban bancos, arrasaban fincas de nobles, echaban a la policía paramilitar de las fábricas, secuestraban patrones, liberaban prisioneros políticos y, finalmente, lucharon contra el Reichswehr en las barricadas de la insurrección de marzo. Asimismo había casos, tanto durante la revolución 1905 como en la guerra civil, en los que revolucionarios - bundistas judíos, anarquistas, y así - usaron el asesinato o una bomba bien colocada para disuadir a los pogromistas. [Un comprensivo jurado francés, a propósito, absolvió al anarquista judío Sholom Schwartzbard después de que asesinara a Petlura, el atamán de los blancos ucranianos, fuera de una taberna del Barrio latino en 1926.]
Esto parece muy romántico, pero seguramente el balance de cada uno de estos tipos de terrorismo debe ser negativo. ¿Cada bomba y cada bala en última instancia rebotan contra los movimientos de trabajadores de masas?
Como Debray hace años advertía, "la revolución revoluciona la contrarrevolución". El terrorismo, por analogía, revoluciona la represión estatal, y, de verdad, algunos casos fueron instigados por la policía secreta con el objetivo expreso de legitimar un estado de emergencia. La masa abandonada, en verdad toda la clase obrera, repetidamente era victimizada por los hechos "heroicos" de unos cuantos. Y a pesar de las negaciones tradicionales de sus teóricos, el terror sustituye el papel mesiánico del auto sacrificio individual -o el totemismo mágico del attentat- por el movimiento consciente de las masas. Esto es el por qué Lenin llamó al terrorismo del SRs "el opio de intelectuales". De la misma manera, Trotsky quizás el primer sociólogo auténtico del fenómeno avisaba que el terrorismo era también "absolutista", una forma demasiado mesiánica de lucha como para coexistir con el movimiento democrático de los trabajadores.Aún la clásica crítica socialista del terrorismo anarquista y populista nunca fue simplista o completamente consistente. Marx, por ejemplo, que excorió a los bakuninistas, admiraba profundamente Narodnaya Volya [como a muchos liberales europeos] y creía que el asesinato del zar en realidad podría apresurar la historia en la dirección correcta. Lenin, a pesar de la ferocidad de sus ataques sobre el SR [que Kautsky, a propósito, apoyaba], era implacable en el impulso de los social demócratas a adoptar métodos terroristas para oponerse a los pogroms y el terror cosaco que siguieron a la derrota de la insurrección de Moscú en diciembre de 1905. Y Trotsky, aunque desdeñoso de la agenda del SR "ministro tras ministro, monarca tras monarca, Ivan tras Ivan", argumentaba que la venganza era una emoción revolucionaria poderosa y positiva. "Independientemente de eunucos y Fariseos morales pueden decir", escribió, "el sentimiento de venganza tiene su derecho. La clase obrera tiene mayor probidad moral porque no mira con indiferencia embotada lo que pasa en esto, lo mejor de todos los mundos."Además, si uno intenta preparar un balance objetivo con serenidad, no todos los actos terroristas en el diecinueve y a principios del siglo veinte terminan en la columna deudora. Algunos historiadores de la primera revolución china, por ejemplo, acreditan que los Cuerpos de Asesinato de Oriente anarquistas, construidos bajo el modelo de organización de combate del SR, aceleraron la descomposición del poder Qing. En el mismo período, la matanza del rey portugués y el príncipe heredero en Lisboa en 1908 por el anarco-republicano Carbonari indudablemente limpió el camino para la Revolución de octubre de 1910. Y el asesinato de notorios partidarios de la guerra y asesinos de los pobres a veces resonaban totalmente con demandas populares de justicia revolucionaria: como en los hechos famosos de Zasulich, Bresci, Spiridonova, Radowitzy, Adler, Durruti, y Schwartzbard. Uno también podría lamentar que los anarquistas italianos no tuvieran éxito en matar a Mussolini o que el KPD tras 1933 estuvo tan dogmáticamente opuesto al asesinato.El problema, desde luego, es que tales métodos son -perdónenme- literalmente "golpear y recibir" y más probablemente son un bumerán contra los grupos revolucionarios que autorizan su empleo. Consideremos la acción terrorista más acertada en la historia europea: el bombardeo de la Catedral Sveta-Nedeia en Sofía en 1925. Un equipo conjunto de comunistas y agraristas de izquierda logró poner una bomba durante el funeral de un general asesinado unos días antes en una emboscada anarquista. Aunque el Rey Boris no asistiera, la mayor parte la clase dirigente búlgara se reunió en la catedral. La enorme explosión mató a 11 generales así como al alcalde de Sofia, al jefe de policía, y otras 140 personas eminentes. Esto fue el único ejemplo de terrorismo clásico en el que puedo pensar que fue realizado por un partido miembro del Comintern. Y su secuela fue la debacle: un nuevo reinado del terror que diezmó la izquierda búlgara.
Los ejemplos que cita, aún olvidados hoy, generaron titulares espeluznantes en su tiempo. Estoy seguro de que son un montón impresionante de cadáveres ilustres. ¿Pero qué hay de las formas de violencia más anónimas, menos reportadas? Digamos, ¿el asesinato de capataces de fábrica? ¿Los famosos attentats fueron solamente la punta del iceberg o su núcleo?
Pienso que los historiadores radicales están más dispuestos que en el pasado a enfocarse la venganza popular y la autodefensa del proletario. Hay un creciente reconocimiento, por ejemplo, de que la gente negra en Jim Crow South se defendía con frecuencia, con las armas en la mano contra el terror racista, y que no todos los cuerpos en el canal eran afroamericanos. De la misma manera, los historiadores americanos de origen mejicano comienzan a apreciar la importancia del Plan de San Diego y la tradición insurrecta del sur de Texas. Pero estamos todavía lejos de entender el grado o el papel de la contraviolencia de clase obrera en luchas en el lugar de trabajo. Seguramente los intransigenti que consideraban a Ravachol como una figura santa y que se suscribían a la sanguinaria Cronaca Sovversiva de Galleani consideraban la liquidación de un jefe como un acto sumamente admirable. Y durante las huelgas, los trabajadores americanos apenas necesitaron alguna instigación ideológica para devolver el fuego a los Pinkertons o a la milicia. Pero, no debe sorprender, tenemos pocos testimonios del lado de los obreros de estos aspectos ilegales y violentos del movimiento del trabajo. Esto es aún en gran parte terra incognita, aunque la brillante excavación de Paul Avrich en la historia secreta de los Galleanisti americanos [Sacco y Vanzetti: El Trasfondo Anarquista] es una inspiración.
¿Dónde pone usted la línea divisoria entre el terrorismo revolucionario en sí y varios movimientos nacionales de liberación violentos contemporáneos; Irlanda, Balcanes, Asia del Este?
Hay, desde luego, una considerable superposición en la ideología y los cuadros, así como abundantes casos de colaboración práctica. Los irlandeses, sin duda alguna apenas eran anarquistas, pero su maestría, coraje, y tenacidad eran admirados desde Cataluña a China. Por otra parte, el Dashnaki armenio y OSB de Pilsudski [la organización socialista de combate polaca que podía movilizar a más de 5.000 combatientes] es claramente parte de mi historia. Su nacionalismo, como el de los letones y finlandeses revolucionarios, aún no había anulado su política anticapitalista. Más difícil de arbitrar, debido a su heterodoxia ideológica, son grupos tales como los Carbonari portugueses, que parecen haber mezclado el republicanismo Mazziniano con elementos del anarquismo español, los terroristas Bosnios que asesinaron al Archiduque Ferdinand, el nacionalismo serbio también sazonado con anarquismo, y los más temidos de todos - los Macedonios. La IMRO [Organización Revolucionaria Interna Macedonia ] es quizás un fenómeno sui generis, pero demostraba repetidamente su solidaridad con los SRs y socialdemócratas rusos. Nadie construyó mejores bombas, ni siquiera los irlandeses.
¿Cómo de grande era la base política del terrorismo clásico? ¿Tenemos algún modo de averiguar la popularidad de sus "héroes del infierno"?
Los anarquistas mismos, y no digamos la policía secreta, estuvieron muy interesados en tal censo y produjeron varias estimaciones. En España en los años 1890, por ejemplo, había probablemente 25.000 anarquistas activos y 50.000 simpatizantes que de vez en cuando asistían a una reunión o se suscribían a un periódico. Casi todos estaban en Cataluña, Valencia, o Andalucía. Sólo el 10 por ciento de estos, según el escritor Gil Maestre, era en realidad anarquistas de accion, es decir los propagandistas del hecho. Había probablemente un número similar en Buenos Aires, la Barcelona del hemisferio austral. En el París de fin de siècle, mientras tanto, los connoisseurs del attentat seguramente no contaban con más de 500 entre los groupuscules con quizás 10.000 simpatizantes. En norteamérica, unos pocos cientos de violentos anarquistas inmigrantes contaron como bosques enteros al ser representados por la prensa devota, a su en gran parte hipotética, "amenaza". Por otra parte, el Partido terrorista ruso Socialista Revolucionario en 1907 reclamaba 45.000 miembros y 300.000 simpatizantes serios.Más allá de esto es difícil de medir la opinión de la clase obrera contemporánea. Ciertamente los socialdemócratas, y más tarde los anarco-sindicalistas, emprendieron una implacable guerra de propaganda contra el terrorismo [aunque apenas con los extremos represivos de los Partidos Comunistas y Socialistas en Europa Occidental en los años 1970]. Pero apuesto que muchos de sus miembros tenían simpatías emocionales con los terroristas, o al menos, estaban de acuerdo con Severine, el redactor de Le cri du peuple, cuando declaró en el curso de una amarga polémica con el "papa" anarquista Jean Grave que había llegado a denunciar el "crimen revolucionario" - que él estaba "siempre con el pobre, a pesar de sus errores, a pesar de sus faltas, a pesar de sus crímenes."






DECLARACIÓN DE RAVACHOL
Declaración de Ravachol, durante su proceso, en Junio de 1892
Si tomo la palabra, no es para defenderme de los actos de los que se me acusa, ya que sólo la sociedad, que por su organización pone a los hombres en lucha continua los unos contra los otros, es la responsable.En efecto, no vemos hoy en todas las clases y en todas las profesiones personas que desean, yo no diré la muerte, porqué eso suena mal, pero si la desgracia de sus semejantes, si ésta les puede procurar algún beneficio. Ejemplo: ¿un patrón no desea ver desaparecer un competidor? ¿Todos los comerciantes en general no querrían, y de manera recíproca, ser los únicos en disfrutar de los beneficios que puede conllevar este tipo de ocupación? ¿El obrero sin trabajo no desea, para obtener trabajo, que por un motivo cualquiera el que esté ocupado sea despedido del taller? Pues bien, en una sociedad donde se producen semejantes hechos, no debemos sorprendernos del tipo de actos que se me reprochan, que no son más que la consecuencia lógica de la lucha por la existencia que tienen los hombres que, para vivir, están obligados a usar todo tipo de medios. Y ya que cada uno es para él mismo, el que está en la necesidad no se ve reducido a pensar:“Pues bien, puesto que esto es así, yo no tengo por que dudar, cuando tengo hambre, en emplear todos los medios a mi alcance, aun y con el riesgo de provocar víctimas! Los patronos cuando despiden a los obreros, ¿se preocupan si se van a morir de hambre? ¿Todos los que tienen beneficios se ocupan de si hay gente que les falta lo necesario?”Hay ciertamente algunos que prestan ayuda, pero son incapaces de aliviar a todos aquellos que están necesitados y que morirán prematuramente a consecuencia de privaciones de todo tipo, o voluntariamente por los suicidios de todo tipo para poner fin a una existencia miserable y no tener que soportar los rigores del hambre, las vergüenzas y las humillaciones sin número y sin esperanza de verlas acabar. En esta situación se encontró la familia Hayem y la mujer Souhain que dio muerte a sus hijos para no verles sufrir más tiempo, y todas las mujeres que por temor de no poder alimentar a un hijo, no dudan en comprometer su salud y su vida destruyendo en su seno el fruto de sus amores.Y todas esas cosas pasan en medio de la abundancia de todo tipo de productos. Comprenderíamos que todo esto tuviese lugar en un país donde los productos son escasos, donde hay hambruna. Pero en Francia, donde reina la abundancia, donde las carnicerías rebosan de carne, las panaderías de pan, donde la ropa, el calzado están amontonados en las tiendas, donde hay viviendas vacías! ¿Cómo admitir que todo está bien en la sociedad, cuando se ve tan claramente lo contrario?Habrá gente que se compadecerá de todas estas víctimas, pero que os dirán que no pueden hacer nada. Que cada uno se espabile como pueda! ¿Qué puede hacer quien le falta lo necesario mientras trabaja, cuando está desocupado? No hay más que dejarse morir de hambre. Entonces se lanzarán algunas palabras de piedad sobre su cadáver. Esto es lo que yo he querido dejar a otros. Yo he preferido hacerme contrabandista, falsificador, ladrón y asesino. Hubiese podido mendigar: pero es degradante y cobarde, y hasta castigado por vuestras leyes que hacen un delito de la miseria. Si todos los necesitados, en lugar de esperar, tomasen donde hay, y no importa con que medio, los satisfechos entenderían quizás más deprisa que hay peligro en querer consagrar el estado social actual, donde la inquietud es permanente y la vida está amenazada a cada instante.Acabaríamos, sin duda, por comprender más rápidamente que los anarquistas tienen razón cuando dicen que para conseguir tranquilidad moral y física, es necesario destruir las causas que generan los crímenes y los criminales: no es suprimiendo a aquel que, en lugar de morir de una muerte lenta a consecuencia de privaciones que ha tenido y tendrá que soportar, sin esperanzas de verlas acabar, prefiere, si tiene un poco de energía, tomar violentamente aquello que le puede asegurar el bien estar, aun con el riesgo de su muerte, que no es más que un final para sus sufrimientos.He aquí porqué he cometido los actos que me reprochan y que no son más que la consecuencia lógica del estado bárbaro de una sociedad que no hace más que aumentar el número de sus víctimas por el rigor de sus leyes que se alzan contra los efectos sin jamás tocar las causas; dicen que se tiene que ser cruel para matar a un semejante, pero los que hablan así no ven que decidimos hacerlo tan solo para evitarnos la muerte a nosotros mismos.Igualmente, ustedes, señores jueces, que sin duda me vais a condenar a la pena de muerte, porque creeréis que es una necesidad y que mi desaparición será una satisfacción para vosotros que tenéis horror de ver fluir la sangre humana, pero que, cuando creéis que será útil derramarla para asegurar la seguridad de vuestra existencia, no dudareis más que yo en hacerlo, con la diferencia que vosotros lo haréis sin correr ningún riesgo, mientras que, yo actué poniendo en riesgo y peligro mi libertad y mi vida.Bien, señores, hay más criminales para juzgar, pero las causas del crimen no se destruyen. Creando los artículos del código, los legisladores han olvidado que ellos no atacan las causas sino simplemente los efectos, y, entonces, no destruyen de ninguna manera el crimen; en verdad las causas siguen existiendo y, por tanto, los efectos todavía se desencadenarán. Siempre habrá criminales, aunque destruyáis uno, mañana nacerán diez.¿Qué hacer entonces? Destruir la miseria, este germen de crimen, asegurando a cada cual la satisfacción de todas sus necesidades! Y cuan difícil es de realizar! Sería suficiente establecer la sociedad sobre nuevas bases donde todo estaría en común, y donde cada uno produciendo según sus aptitudes y sus fuerzas, podría consumir según sus necesidades. De esta manera no veremos más gente como en el ermitaño de Notre-Dame-de-Grâce, mendigando un metal del que se vuelven esclavos y víctimas! No veremos a más mujeres ceder sus cuerpos, como una vulgar mercancía, a cambio de ese mismo metal que nos impide bastante a menudo reconocer si el afecto es realmente sincero. No veremos a más hombres como Pranzini, Prado, Berland, Anastay y otros que, por obtener ese mismo metal llegan a dar muerte! Esto demuestra claramente que la causa de todos los crímenes es siempre la misma y que hay que ser realmente insensato para no verla.Sí, lo repito: es la sociedad quien hace los criminales, y vosotros, jueces, en lugar de golpearlos, deberíais usar vuestra inteligencia y vuestras fuerzas para transformar la sociedad. De golpe suprimiríais todos los crímenes; y vuestra obra, atacando las causas, sería más grande y más fecunda que vuestra justicia que se limita a castigar sus efectos.Yo no soy más que un obrero sin instrucción, pero porque he vivido la existencia de los miserables, siento más que un rico burgués la inequidad de vuestras leyes represivas. ¿De dónde tomáis el derecho a matar o encerrar a un hombre que, puesto sobre la tierra con la necesidad de vivir, se ha visto en la necesidad de tomar aquello que le faltaba para alimentarse?Yo he trabajado para vivir y hacer vivir a los míos; hasta tal punto que ni yo ni los míos hemos sufrido demasiado. Me he mantenido lo que vosotros llamáis honesto. Después el trabajo faltó, y con el paro vino el hambre. Es entonces cuando esta gran ley de la naturaleza, esta voz imperiosa que no admite réplica: el instinto de conservación me empujó a cometer ciertos crímenes y delitos que ustedes me reprochan y de los que reconozco ser el autor.Júzguenme, señores jueces, pero si me han comprendido, juzgándome juzgan todas las desdichas que la miseria, aliada a la ferocidad natural, ha hecho criminales, cuando la riqueza con la misma facilidad hubiese hecho honestos hombres! Una sociedad inteligente no hubiese hecho hombres pobres, y por tanto criminales, ni hombres ricos, y por tanto honestos, sino simplemente hombres.*

*La traducción de este fragmento no se ha traducido literalmente sino que se ha hecho una interpretación, ya que costaba mucho verle el significado.

"sólo la sociedad, que por su organización pone a los hombres en lucha continua los unos contra los otros, es la responsable."